La energía desempeñó un papel fundamental en los orígenes de la UE, cuando los seis Estados miembros fundadores crearon la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1952, hace 65 años. Más tarde se adoptaron medidas para luchar contra el cambio climático. Actualmente, la energía y el cambio climático están estrechamente ligados, ya que la producción de energía, procedente principalmente de la transformación y el consumo de combustibles fósiles, y el consumo de energía (en la industria, los hogares y el transporte, por ejemplo) representan el 79 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. Como consecuencia, es esencial una acción eficaz en la producción de energía y su uso para hacer frente al cambio climático. La energía y el cambio climático plantean muchas dificultades que se abordan mejor cuando los Estados trabajan juntos. Por ello, figuran entre las prioridades de la agenda de la UE.